INTERNACIONAL ANTIFASCTISTA: EL RETO DE DEFENDER LA DEMOCRACIA

 

Javier Madrazo reflexiona sobre sobre la ola reaccionaria que está atravesando la política mundial tras su viaje a Venezuela para participar en el encuentro mundial anti fascista coincidiendo con la toma de posesión de la Presidencia de Nicolás Maduro 


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En un momento en el que en España la vivienda se presenta como la tercera preocupación de la ciudadanía y la mayor inquietud para prácticamente una de cada cuatro personas, he tenido la oportunidad de mantener un encuentro en Caracas con el Ministro Raúl Paredes, máximo responsable en Venezuela de una política de país, que tiene como objetivo proporcionar un lugar digno en el que vivir a las familias y colectivos vulnerables. Algo estarán haciendo bien cuando en los últimos años han construido cinco millones de viviendas y en el próximo sexenio tienen previsto edificar tres millones más.

Estas noticias jamás llegan a Europa, pese a su impacto positivo en una parte importante de la población y el compromiso social del Gobierno de Venezuela. Como en todos los países, habrá, sin duda, déficits y sombras en la gestión,  pero resulta obvio constatar que asistimos a una campaña de deslegitimación y bloqueo contra el gobierno bolivariano, al que se presenta como enemigo de la democracia cuando, en realidad, quienes quieren terminar con ella son personajes como Donald Trump y Elon Musk, acompañados por un séquito de multimillonarios, dueños de grandes monopolios que se sirven del poder político en beneficio propio.                         

Pienso en todo ello en un viaje de regreso de Caracas, donde he participado en el Encuentro Mundial Antifascista y en la toma de posesión de Nicolás Maduro. He percibido esperanza en un país que atraviesa una etapa compleja, pero es consciente de que la revolución ha permitido desarrollar no solo políticas progresistas, entre otras, en materia de vivienda,  sino también un modelo de autoproducción y soberanía alimentaria para no depender de terceros países ni empresas especulativas. Mientras en Europa solo escuchamos las voces de una oposición interesada en recuperar el control de Venezuela y sus recursos, in situ he sido testigo de una gran movilización en defensa de la toma de posesión de Nicolás Maduro por parte de los sectores populares, organizados en Comunas.

Todos los actos se han celebrado en un contexto de paz y buena convivencia. El imperialismo norteamericano, con el seguidismo de la Unión Europea, no respeta la voluntad de aquellos países que aspiran a gestionar su destino y su riqueza, especialmente el petróleo, que está en el origen del intento de colonización de Venezuela. La solución a los problemas que sacuden a este país no llegará de la desestabilización, la injerencia y la imposición. Será la propia sociedad la que decida el camino a seguir. El fracaso de la operación Guaidó es un caso claro de lo que no se debe hacer. 

España y el País Vasco tienen legitimidad para ejercer un papel de interlocución y puente, pero este rol exige prudencia y altura de miras . Alinearse ciegamente con Edmundo González y Corina Machado,  como ha hecho el Gobierno Vasco, no es el mejor modo de ayudar a  resolver los problemas existentes. En Venezuela se están haciendo muchas cosas bien y la vivienda, como he señalado, es una de ellas. En lugar de dar siempre lecciones, desde un estatus de superioridad, también podemos aprender. Hasta que la ciudadanía en España no ha salido a las calles a exigir su derecho a poder vivir en un piso que pueda pagar, la única política vigente ha sido la especulación.  

Ser humildes nos hace más humanos. El verdadero fascismo no está hoy en Venezuela. Se sienta en la Casa Blanca y se expande en Europa.  Maduro no representa una amenaza para el mundo ni para la democracia global; Donald Trump, sí. Estados Unidos está dirigido hoy por un Consejo de Administración y no por un gobierno que represente los intereses de su población.  El futuro no invita al optimismo. En este contexto, cobra sentido la constitución de una Internacional Antifascista, que está presente en 77 países y cuenta con una ambiciosa agenda de trabajo aprobada por más de dos mil participantes en la Convención celebrada en Caracas.

A la ultraderecha no le basta el control económico; quiere el control político y judicial. El tecnológico ya lo tienen y con el manipulan a la opinión pública, propagan bulos y condicionan el pensamiento y el voto. La historia se repite: los magnates alemanes financiaron a Hitler y ahora los magnates americanos hacen lo mismo con Donald Trump. La izquierda debe reactivarse, sumar fuerzas y esfuerzos, ganar la confianza perdida, afrontar las demandas de la ciudadanía y representar una alternativa. No basta con intentar frenar a la ultraderecha sólo con proclamas; es loable, pero no necesariamente efectivo. 

El discurso más reaccionario tiene su público más entregado en la franja de edad entre 18 y 25 años, las clases medias empobrecidas y las personas con empleos más precarios y peor pagados. El malestar social se expande como un virus y la izquierda debe buscar el antídoto, del mismo modo que la socialdemocracia y el centro más civilizado, al menos en Europa, han de interiorizar que el avance de la ultraderecha les gana la partida; es prioritario impulsar una rebelión inteligente, que pasa si o si por acuerdos amplios que permitan demostrar con hechos que quienes creemos en la democracia trabajamos para atender las necesidades básicas de las personas (vivienda, trabajo, salario digno, sanidad, educación…). De todo esto se ha hablado en la Internacional Antifascista en Caracas. Toca actuar.

 

           JAVIER MADRAZO LAVÍN

         Bilbao, a 15 de Enero de 2025

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